lunes, 27 de agosto de 2012

POEMA XXXVI- LA ÚLTIMA COPA. AKASHA VALENTINE.




POEMAS XXVI- LA ÚLTIMA COPA. AKASHA VALENTINE. 

Lo sé, los segundos comienzan a ser como molestas agujas que se clavan en la piel y nos invitan a movernos para entablar una absurda conversación donde en realidad sabemos que las palabras son simples objetos decorativos que interrumpen al ardiente deseo que habita en nuestro interior. Te confieso, aquí y ahora engullido por un murmullo constante del que no podemos escapar ni silenciar que no siempre estoy mirándote el vórtice de tu espalda desnuda, pues si lo hago de forma continuada tú te sentirás incómoda y yo dañado, así que de vez en cuando desvío ligeramente la mirada hasta tu última copa, donde la huella de tus labios impresos hace el amor con las penúltimas gotas de ambrosía, y ansío desesperadamente ser el recipiente de cristal transparente al que no le ruborizan las miradas extrañas que le observan con recelo y anhelo.

Cierro lentamente los ojos, como si mis párpados fuesen un pesado telón de acero, pero rápidamente me veo obligado a levantarlo por miedo a verte desaparecer en mitad de la muchedumbre que te rodea con sus brazos desnudos y sus cuerpos cubiertos de finas telas de distintos colores y formas. Puede que no siempre no emplee hermosos gestos o elocuentes palabras que susurrarte al oído mientras tú estás a mi lado, aquí callada esperando a que termine, saboreando el tacto de mis vocales e ingiriendo con lentitud la forma de las consonantes que caen por tu garganta mientras sus manos te arrancan pequeños gemidos silenciosos de placer. El amor era un sentimiento demasiado complicado para mí hasta el día en que te conocí, y desde ese mismo instante toco cambió, todo se volvió más fácil y transparente, podía ver a mi alma con total claridad como si la estuviera observando a través de un cristal.

Tu sencillez, tu forma de ver el mundo, tu belleza externa, tu yo interior, toda tú y a la vez toda mía, así te veo cuando mis pupilas te contemplan desde la lejanía. Eres como un regalo para los ojos de quien desea contemplarte. Pero en la intimidad de nuestra habitación solamente yo puedo llegar a conocerte a fondo y te confieso que eres como un regalo del que nunca querré deshacerme. Tal dulcemente maravillosa, tan sensible que siempre tengo ganas de abrazarte para consolarte, tan frágil que hasta temo sostenerte entre mis brazos por miedo a romperte, pero tan fuerte y valiente que muchas veces olvido quién eres en realidad y de lo que eres capaz aunque yo no esté a tu lado apoyándote. Así eres, una mujer que es capaz de hacerme perder la cabeza, la princesa de mi propio cuento de hadas, la criatura más maravillosa con la que un hombre puede soñar.

Apura esta última copa como si de la última gota de vida se tratase, porque quiero volver a casa para tenerte sólo para mí. Para contemplarte mientras sueltas tu cabello de toda atadura y te deshaces de ese molesto vestuario que oculta la verdadera forma de tu cuerpo. Quiero verte sumida en un sueño relajante, quiero memorizarte mientras tu torso desnudo se relaja en una bañera con pies de gato. No me hace falta nada más para ser feliz, porque cuando extiendo mi mano en el aire siempre encuentro la tuya ahí tendida esperándome, para entrelazar nuestros dedos sin miedo. Sé que a tu lado seré feliz, y hallaré mi propio lugar en el mundo, así que date prisa y deja que mis dedos hablen por mí esta noche. Quiero acariciarte hasta la noche se vuelva día y la luz se vuelva a convertir en oscuridad. Quiero tenerte para siempre entre mis brazos, aunque la muerte insista algún día en que debo dejarte y decirte adiós para siempre. 



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