lunes, 11 de febrero de 2013

POEMA XLVII- ROTA Y RASGADA. AKASHA VALENTINE.



POEMA XLVII- ROTA Y RASGADA. AKASHA VALENTINE.

Reposa tus pensamientos en mí y deja que sea yo quien surque con las yemas de mis dedos los remolinos que forman tus cabellos. Cierra los ojos, pero no te duermas antes de tiempo, quiero escuchar tu voz un minuto más, o tal vez dos, antes de que la luz de la luna se filtre a través del cristal e ilumine a dos cuerpos iguales oprimidos por un amor prohibido. Descansa, aunque el miedo te llene por dentro. Relaja tus facciones y esboza con tus labios una sonrisa que sea sólo mía. Háblame una vez más de la primera vez que te fijaste en mí, de cómo tu corazón latía con fuerza en el interior de tu pecho, recuérdame cómo mis ojos te miraban y en mi rostro dibujé una expresión de asombro. Porque eres tú. Siento un sin fin de emociones que habitan en mi ser a las que no les puedo poner nombre cuando me miras y fijas tu mirada en mi ser. No te alejes de mi lado, ni camines por lugares en los que yo no pueda seguirte, quédate conmigo aunque sea solamente por simple compasión por este alma que vive en mi interior. Ruego a Dios que mantenga vivo nuestro juramento en las estaciones venideras, para que nunca flaqueemos y tengamos la suficiente fuerza para sobrevivir a los prejuicios de quienes nos rodean. Ven, acércate un poco más, acortemos las distancias y besémonos sin miedo a ser descubiertas, pues ahora que nadie nos mira puedo sentirte más cerca de mí.

He llorado infinitas noches, preguntándome por qué si mi amor por ti es tan puro y grande tengo que seguir sufriendo un dolor que me rompe y me rasga por dentro sin que pueda hacer nada por evitarlo. No mendigo compasión, simplemente pido respeto. Porque las imposiciones son las cadenas con las que se ata el alma y oprimen la libertad del espíritu. Ahora que nadie nos oye, te confesaré con un tono de voz susurrante lo mucho que te necesito a mi lado, y si algún día dudas de mis palabras, te juro que las reforzaré con recuerdos o actos que te convenzan de que todo cuanto digo es cierto. Quiero que apoyes tu mano contra la mía. ¿Lo notas? Es el latido de nuestros corazones palpitando al unísono. Sé que no te gusta que cierre con llave las puertas que te llevan a mi pasado, pero de forma inconsciente lo hago para protegerte, o tal vez lo haga por mí misma, porque tengo miedo a perderte. Me gusta ver cómo me miras, pues eres la única persona que lo haces de esa manera, en la que puedo sentirme segura sin necesidad de palabras para apoyarme en ellas y seguir adelante. Tu mentón se hunde en mi hombro, tus besos se quedan grabados en mi piel y el silencio se apoya sobre nosotras por miedo a caerse cuando las yemas de tus dedos se deslizan por mi cuerpo.

Tu fragancia se funde con el aire, el calor de nuestros cuerpos desnudos apoyados contra la ventana queda empañado por la fría mañana de un nuevo día, las primeras gotas de lluvia caen imitando las lágrimas que ya no nos quedan para despedirnos hasta la próxima vez. Atosigada por la ansiedad que me produce dejarte, reclamo con más exigencia tus acciones, quiero sentirme segura entre tus brazos, aún cuando tú no estés quiero tener la sensación en todo momento de que no estoy sola si pienso cada segundo de mi vida en ti. Esta noche, cuando te alejes de mi lado, correré en tu búsqueda, aunque no lo creas, extenderé mis alas y llegaré de nuevo a ti para recordarte que mi mundo carece de sentido si tú no estás en él. Nadie sabe si el amor existirá alguna vez en sus vidas, pero desde luego lo que yo siento por ti se asemeja bastante a su significado, por eso quiero que nadie más me diga cómo debo de pensar con respecto a mis sentimientos, ni tan siquiera tú. Así que ven, refúgiate entre mis brazos y vive en mi boca, ahora y para siempre, antes de que el tiempo se dé cuenta de lo mucho que me importas e insista en alejarte de mi lado para siempre, amada mía.


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