martes, 29 de julio de 2014

POEMA LXX- EL CAZADOR DEL TIEMPO. AKASHA VALENTINE.


POEMA LXX- EL CAZADOR DEL TIEMPO. AKASHA VALENTINE. 

Frágiles son ya los ojos con los que miro el mundo, pues siento que mis pupilas viven cansadas y ya no se esfuerzan como cuando era joven en volver a leer una y otra vez esas líneas que al pie del libro de notas escribí para ti. Y entre mis dedos he dejado pasar viejas fotografías cuyo juvenil rostro ya hace años que perdí, y en mis recuerdos ya no queda ni un ápice de cómo era mi cara antes de que las arrugas formaran sus líneas en mi curtida piel. Lo que un día perdí ya no lo puedo recuperar, pues la niñez nos abandona con demasiada rapidez, y la juventud y madurez son dos periodos que viví sin descanso alguno a los pies de la falda de la montaña donde me crié. A menudo me agobiaba el constante recuerdo de lo que pude ser y no fui, de lo que pude tener y no aprendí a trabajar por ello, y a veces me veo culpando a otros hombres de los errores que yo mismo cometí.


Quisiera cazar al tiempo, pero es una presa imposible de adquirir, siempre errante y en movimiento, llevándome la delantera, y cuando creo que la tengo entre mis manos el sueño me vence y allí es donde te recupero, viendo tu vestido mecerse por el viento, tu sonrisa bajo un sol caliente sin llegar a abrasarte, siempre riéndote sin descanso como si la muerte no te hubiera callado nunca. Es allí donde quiero encontrarte, donde ansío vivir contigo, y por mucho que camine, ande, corra o dé zancadas, no hallo en está tierra la falda de la montaña, ni la ladera adecuada, la piedra o el río donde estás esperándome para recogerme entre tus brazos y darme de nuevo la bienvenida con tus labios. He aprendido mucho desde que te fuiste a ese lugar donde las campanas danzan, donde los atrapasueños bailan mecidos por el viento, donde la tierra devora a los muertos. Es allí donde iré a buscarte.


Con mis zapatos gastados y la funda de mi guitarra remendada cantaré al aire y bailaré a los pies de una hoguera, siempre solo y en raras ocasiones acompañado de las pocas personas que quieran oír la historia que he de contarles. Ojalá el tiempo no se escondiera de mí y la noche fuese en mí vida eterna, para así volver a verte de nuevo donde quiero encontrarte. A veces tengo la sensación de que tu mano sigue ahí aunque ya no tenga la misma forma, pues en los campos de trigo las espigas me tocan las puntas de las yemas y siento que debo darme la vuelta para verte de nuevo, aunque al instante comprenda que ya no estás aquí conmigo y vuelva la cabeza para seguir buscándote. He visto paisajes tan hermosos y bellos que sólo eran comparables al color de tus ojos, la forma de tus cabellos, la figura de tu cuerpo; he bebido de ríos y charcos que al instante me recordaron el frío y mortecino sabor de tus labios antes de ser enterrada para siempre donde la tierra no puede devolverte la vida y mis brazos no pueden desenterrarte para tocarte. Y al ser consciente de tu partida he llorado a las estrellas y he vertido lágrimas en el mar, como muchos otros hombres y mujeres lo hicieron antes que yo, y así he ido hacia delante intentando cazar a esos segundos que corren en mi contra para traerte de vuelta a la vida para siempre, amada mía.



Akasha Valentine 2014 © http://www.akashavalentine.com

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