lunes, 16 de marzo de 2015

POEMA LXXVIII- LA LUZ DE MI ESPERANZA. AKASHA VALENTINE.


POEMA LXXVIII- LA LUZ DE MI ESPERANZA. AKASHA VALENTINE.


Solitario camino desolado, no quisiera yo pues dejar mis pies anclados a esta árida tierra que, vacía de vida, decora sus faldas con riscos afilados, donde mis manos no pueden apoyarse para alcanzar esas metas que, intocables e inalcanzables, viven de manera continuada en mi memoria sin que pueda olvidarme ni un solo instante de ellas. Es aquí donde ahora podrás encontrarme, con la mente siempre ocupada, yendo de un lado para otro sin cesar, ignorando la fatiga y olvidando que las horas ya no rigen mi vida. No pierdas el tiempo intentando hacerme cambiar de opinión: aunque mi voz siempre será suave y dulce a tu oído, los sueños que aún me quedan por vivir son demasiado grandes como para quedarme parado y no seguir caminando por esos cielos que, con o sin estrellas, me llevarán donde yo estoy predestinado a llegar con tu ayuda o sin ella.


Sé que mis palabras no son fáciles de entender, más yo no quisiera ser como un trabalenguas en tu boca, ni una incógnita sin respuesta en tu mente, pero has de entender que tengo demasiadas preguntas sin resolver, y ni la fe en Dios, ni en la humanidad, son para mí una excusa perfecta con la que escudarme para no descubrir cuán grande puedo llegar a ser. Puede que tú, y no pretendo herirte con ello, seas feliz con la superficialidad, pero yo soy un hombre más complicado, nunca estoy satisfecho con nada y aunque lo que tengo me llena, a veces me hace preguntarme si no estaré acomodándome en un estilo de vida que no me dejará seguir caminando hacia delante. Es por todo ello que he comenzado a caminar sin ti; este viaje que he iniciado debo hacerlo yo solo, es así, lo sé, y nada ni nadie podrá hacerme cambiar de opinión, ni siquiera tú. Porque cariño, he malgastado demasiadas horas imaginando lo que llegaría a ser sin mover un dedo por intentarlo, y ahora que soy más consciente de cuán limitado es nuestro tiempo, no quiero morirme pensando que no hice nada por alcanzar ese destino que algún día dejará de ser una ilusión para convertirse en una realidad palpable al tacto de mis dedos.


Sé paciente, ese es mi lema, porque en esta vida todo puede lograse. Por ello sigo adelante, sin importar las dificultades a las que deba de enfrentarme. Y aunque llamo a mis sueños por su verdadero nombre, y como ejemplo te pondré la palabra aspiraciones, otros se hacen eco de mi historia y entre burlas y risas creen que me he vuelto loco y con recelo me juzgan evitando que que les supere, pues temen que mi fuerza de voluntad sea más fuerte que su deseo por destruirme. Y lo único con lo que puedo defenderme ante sus ataques es en la creencia en mí mismo, y es un arma que que me cura y me sana cuando me hieren y me ampara con honor cuando con violencia me atacan. No diré que no añoro tu presencia en estas interminables horas en las que permanezco aislado, pero te pido que seas paciente y que creas en lo que hago, porque algún día podré agradecerte como es debido todo cuanto tú has hecho por mí.


Tómate tu tiempo, anota tus sueños en páginas papel, dibuja si quieres con los dedos los cielos que juntos y de la mano no podemos ver, porque ahora, en este mismo momento, he de estar solo con mis pensamientos, donde uno a uno los iré plasmando en cualquier superficie que encuentre, y hablaré de ti, claro que lo haré, pues no podría dejarte ni en la orilla del tintero ni en la punta de mi vieja pluma. Cariño, las emociones que ahora siento son demasiado abrumadoras, y aunque esté cansado y sienta mis dedos agarrotados debo seguir trazando líneas coherentes en páginas de papel en blanco. A veces tengo la impresión de que voy a caerme, pero de alguna manera creo en lo que hago, y me vuelvo mucho más fuerte, así que me mantengo en mi línea, y aunque caiga y me tambalee volveré a levantarme, y soy consciente de que tal vez volveré a caer. Y así, con este pensamiento en mi mente, sigo día tras día, viendo cielos iluminados que no volverán a repetirse, mientras mis dedos se mueven para describirlos en hojas de cuadernos que posiblemente nadie más leerá. Pero no me importa, tal vez mi destino sea más grande que mis sueños, y mi nombre será leyenda cuando yo haya muerto pasados diez, quince, cincuenta o tal vez cien años. Lo importante es que de vez en cuando vuelva la vista atrás para ver todo cuanto he logrado y siga con la vista al frente pensando en que aún me queda mucho más camino por recorrer y experiencias que adquirir.

Akasha Valentine 2015 © http://www.akashavalentine.com


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