viernes, 14 de julio de 2017

POEMA XCIII - CUANDO TU PIEL TOQUE LA MÍA. AKASHA VALENTINE.



POEMA XCIII - CUANDO TU PIEL TOQUE A LA MÍA. AKASHA VALENTINE. 

Arrastré mis dedos para alcanzar lo que con las puntas no lograba llegar a tocar, y resbalando así las yemas de mis dedos por el puente de las redondas gafas cogí mis anteojos para poder ver lo que la oscuridad no me permitía mirar con claridad. Y sostuve entre mis longevas falanges esas lentes que no quería colocar delante de mi rostro, encima de mi cara, para poder ver con claridad lo que el extinto tiempo ya no me permite tener, pues en este preciso momento, en este mismo instante, evoco en mi memoria tu recuerdo, y ese anhelo que no olvido no me deja tranquilo, y es entonces cuando deseo más fervientemente que nunca cerrar los ojos, dejarme caer y olvidarme de todo para dormir entre tus brazos hasta que el cielo comprenda, mi amor, que yo sin ti no sé a dónde debo ir. Hasta que mis manos te alcancen yo seguiré buscándote, sin brújula que me guie iré donde el aroma de tu perfume me lleve, allí donde la tierra no tiene nombre yo iré a buscarte, y cargaré sobre mis propios hombros cansados el fardo donde un día guardé todas las emociones que por uno u por otro motivo me atosigaron sin respiro, pues no me importa el abatimiento, el sufrimiento o la pena, si al final del camino, amada mía, me espera como recompensa tu sonrisa esbozada en la comisura de tus labios. Y ahora que presiento lo que está a punto de llegar a sucederme, me siento algo más ligero, animado y motivado al mismo tiempo, pues casi diría que puedo sentirte en cada objeto que dejaste atrás, aunque sepa que sólo es mi propio querer el que anima a pensar así. Ya oigo, aunque nadie me crea, al viento del este llamándome, trayendo consigo el sonido de tu voz, el lenguaje de tus palabras que, montadas sobre corrientes de aire, susurran mi nombre esperando pacientemente a que las oiga, deseando que las atrape y las cobije entre mis manos. Ha llegado el momento de mi partida: desde Tennessee hasta Phoenix, durmiendo al amparo de las estrellas en Arizona, iré siempre ligero de equipaje, porque al final del camino, donde nadie cree ni espera que yo pueda llegar, sé que te encontraré. Sólo tendremos que esperar a que llegue ese momento al que con tanto deseo quiero llegar. Los días serán pesados y las noches largas como años, las voces acalladas y las pisadas cortas, pero este viaje que inicio donde ningún hombre se ha aventurado jamás tendrá su recompensa, porque tú, mi amada, estarás al otro lado esperándome con la misma impaciencia que yo siento al saber que ya me queda un día menos para llegar y pasar la eternidad junto a ti, donde tus brazos arroparán mi piel, donde nuestros ojos siempre se encontrarán y nuestros labios, tan ansiosos de deseo, no dejaran de besarse; porque cuando tu piel toque a la mía, y mis brazos rodeen a tu cintura, ese día, amada mía, sabré que he llegado al cielo donde ahora, mi vida, tu alma vive perpetuamente errante.

Akasha Valentine © 2017 www.akashavalentine.com


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